PIRÁMIDES

La pirámide es un monumento de carácter religioso presente en diversas civilizaciones muy alejadas entre sí, desde la India hasta América del Sur. La forma piramidal fue una evolución lógica en las construcciones, al constituir una estructura resistente —gracias a su amplia base— y muy elevada, que permitía una cercanía simbólica a los dioses
Las pirámides egipcias
Los egipcios tenían la firme creencia de que la vida seguía tras la muerte. Para que esta continuidad fuera posible se exigía la conservación física del difunto —al que retornaba el ka o espíritu huido tras la muerte—, que debía enterrarse acompañado de lo imprescindible para su bienestar en la otra vida. Lo primero se tradujo en la creación de avanzadas técnicas de embalsamamiento; lo segundo se solucionó inhumando el cadáver junto a completos y ricos ajuares funerarios. La relación entre’ supervivencia en el más allá y mantenimiento físico condujo a la creación de sólidos y cada vez más complejos recintos funerarios, destinados a la conservación, protección y culto, de los difuntos. El tamaño y la sofisticación de dichos recintos venían determinados por la posición social y económica del muerto. Fueron los faraones quienes erigieron las mayores y más extraordinarias tumbas.
En cuanto al simbolismo de la pirámide, se cree que deriva de una piedra de está forma, conservada en el templo de Heliópolis y llamada ben-ben, considerada el primer cúmulo de tierra que emergió de las aguas del caos cuando el dios solar creó el mundo. También aludía a la autoridad real, a la vez que, con su forma geométricamente perfecta, aportaba un evidente significado mágico y simbólico: era la representación más adecuada de la eternidad e indicaba el camino de ascenso de las almas privilegiadas hacia el dios-sol, con el que estaban destinadas a unirse.
En cuanto al simbolismo de la pirámide, se cree que deriva de una piedra de está forma, conservada en el templo de Heliópolis y llamada ben-ben, considerada el primer cúmulo de tierra que emergió de las aguas del caos cuando el dios solar creó el mundo. También aludía a la autoridad real, a la vez que, con su forma geométricamente perfecta, aportaba un evidente significado mágico y simbólico: era la representación más adecuada de la eternidad e indicaba el camino de ascenso de las almas privilegiadas hacia el dios-sol, con el que estaban destinadas a unirse.
Génesis de las pirámides
Durante las dinastías ¡ y 11(3100-2700 a. C.), las tumbas se situaban bajo mastabas, pirámides truncadas construidas con ladrillos cocidos al sol. La llegada del Imperio Antiguo o Menfita (2700-2185 a. C.) —dinastías III a VI—supuso para Egipto un importante florecimiento económico, social y artístico. Las técnicas y materiales constructivos experimentaron importantes mejoras; hacia 2660 a. C. se introdujo el uso de la piedra, procedente de las canteras de Assuán y de Tura, desde donde se transportaba aprovechando las crecidas del Nilo hasta los lugares cercanos a la zona de edificación.
La mayor y más antigua de todas las pirámides egipcias es el edificio central de la mastaba de Sakkara, reposo de los restos del faraón Zoser, primer gobernante de la III dinastía. Diseñada y erigida por el arquitecto lmhotep, fue construida hacia el año 2900 a. C. con bloques de piedra caliza. Sobre una base de 122 por 107 m, se alzan, una sobre otra, seis pirámides truncadas de dimensiones decrecientes; la cúspide de la superior alcanza casi 62 m.
Los primeros pasos hacia la pirámide romboidal de pendiente lisa se dieron en Dashur bajo el reinado de Esnefru (IV dinastía), en una construcción que, tal vez debido a razones económicas —los materiales del último tramo son de peor calidad—, sufrió un quiebro estructural en su mitad superior que modificó su forma y redujo su altura. Un nuevo avance se produjo en Meidum, donde Esnefru quiso transformar la pirámide escalonada del rey Huni (III dinastía) en una pirámide perfecta, objetivo que sólo consiguió parcialmente. Por último, Esnefru erigió al sur de Dashur una pirámide totalmente regular de 104 m de altura en la que también aparecen otros elementos desde entonces vinculados a los complejos piramidales: el templo alto o funerario —donde se celebraban los cultos y ofrendas periódicas en honor al difunto— y el templo del Valle o bajo —al parecer relacionado con el ritual del retorno del ka al cuerpo—, ambos unidos por una rampa o calzada ascendente
La mayor y más antigua de todas las pirámides egipcias es el edificio central de la mastaba de Sakkara, reposo de los restos del faraón Zoser, primer gobernante de la III dinastía. Diseñada y erigida por el arquitecto lmhotep, fue construida hacia el año 2900 a. C. con bloques de piedra caliza. Sobre una base de 122 por 107 m, se alzan, una sobre otra, seis pirámides truncadas de dimensiones decrecientes; la cúspide de la superior alcanza casi 62 m.
Los primeros pasos hacia la pirámide romboidal de pendiente lisa se dieron en Dashur bajo el reinado de Esnefru (IV dinastía), en una construcción que, tal vez debido a razones económicas —los materiales del último tramo son de peor calidad—, sufrió un quiebro estructural en su mitad superior que modificó su forma y redujo su altura. Un nuevo avance se produjo en Meidum, donde Esnefru quiso transformar la pirámide escalonada del rey Huni (III dinastía) en una pirámide perfecta, objetivo que sólo consiguió parcialmente. Por último, Esnefru erigió al sur de Dashur una pirámide totalmente regular de 104 m de altura en la que también aparecen otros elementos desde entonces vinculados a los complejos piramidales: el templo alto o funerario —donde se celebraban los cultos y ofrendas periódicas en honor al difunto— y el templo del Valle o bajo —al parecer relacionado con el ritual del retorno del ka al cuerpo—, ambos unidos por una rampa o calzada ascendente
Las pirámides de Gízeh
Estos primeros intentos culminaron durante la IV dinastía (2600-2480 a. C) en un ‘grandioso
conjunto funerario: la necrópolis de Gizeh. La pirámide más grande y más antigua del conjunto, iniciada en 2580 a. C., fue concebida como tumba para el faraón Kéops. Es de base cuadrada, cada lado mide 233 m y su altura alcanzó los 146 m (hoy mide 138). Ocupa una superficie de 48.000 m2. Está construida con dos millones y medio de bloques de piedra, con un peso medio de 2,5 toneladas cada uno, que fueron trasladados desde lejanas canteras. La entrada estaba en el norte, de ella. salía un corredor en rampa que desembocaba en una cámara falsa en la base de la construcción; luego en otra cámara, denominada de la reina; y, finalmente en la cámara real o gran cámara, a la que se accedía a través de un angosto pasillo.
Esta habitación ocupa el centro exacto de la pirámide; para que su realización no provocara el desplome de los sillares, los arquitectos idearon inteligentes soluciones constructivas: colocaron sobre este espacio cuatro o más lajas de piedra dispuestas horizontalmente y dos más en forma de cubierta a dos aguas, que servían para desviar el peso .y los fuertes empujes que se producen en este punto. La Habitación del Rey contiene un sarcófago, por lo que ha sido considerada como la morada definitiva del faraón, aunque el hecho de no haberse encontrado la momia del mismo, unido a las especiales características de la pirámide, han conducido a numerosas especulaciones; así, algunos autores consideran que Kéops no llegó a ser enterrado en la Gran Pirámide o que, tal vez, puedan existir más cámaras aún ocultas. De hecho, a mediados de 1980, varios equipos científicos detectaron vacíos estructurales en la pirámide y. localizaron una serie de almacenes en el lado oeste del corredor de la Cámara de la Reina, algunos rellenos de arena; podría tratarse de cámaras de descarga, parecidas a las ubicadas sobre la Cámara del Rey.
La pirámide de Kefrén es algo más pequeña, pero casi igual de alta que la anterior, debido a la mayor inclinación de sus paredes. Igual que la de su padre, estaba revestida de granito rosa y rematada con cubierta de oro. La de su hijo Micerino es mucho más modesta. Alrededor de las tres había un complejo religioso con templos. y pequeñas tumbas para los altos funcionarios de la corte. La entrada estaba guardada por la esfinge, inmensa escultura de piedra caliza de más de 20 m de altura, con cuerpo de león y cabeza humana. Se alza sobre una base de 70 m. Durante mucho tiempo su significación fue un enigma; actualmente se acepta que representa al rey Kefrén.

Esta habitación ocupa el centro exacto de la pirámide; para que su realización no provocara el desplome de los sillares, los arquitectos idearon inteligentes soluciones constructivas: colocaron sobre este espacio cuatro o más lajas de piedra dispuestas horizontalmente y dos más en forma de cubierta a dos aguas, que servían para desviar el peso .y los fuertes empujes que se producen en este punto. La Habitación del Rey contiene un sarcófago, por lo que ha sido considerada como la morada definitiva del faraón, aunque el hecho de no haberse encontrado la momia del mismo, unido a las especiales características de la pirámide, han conducido a numerosas especulaciones; así, algunos autores consideran que Kéops no llegó a ser enterrado en la Gran Pirámide o que, tal vez, puedan existir más cámaras aún ocultas. De hecho, a mediados de 1980, varios equipos científicos detectaron vacíos estructurales en la pirámide y. localizaron una serie de almacenes en el lado oeste del corredor de la Cámara de la Reina, algunos rellenos de arena; podría tratarse de cámaras de descarga, parecidas a las ubicadas sobre la Cámara del Rey.
La pirámide de Kefrén es algo más pequeña, pero casi igual de alta que la anterior, debido a la mayor inclinación de sus paredes. Igual que la de su padre, estaba revestida de granito rosa y rematada con cubierta de oro. La de su hijo Micerino es mucho más modesta. Alrededor de las tres había un complejo religioso con templos. y pequeñas tumbas para los altos funcionarios de la corte. La entrada estaba guardada por la esfinge, inmensa escultura de piedra caliza de más de 20 m de altura, con cuerpo de león y cabeza humana. Se alza sobre una base de 70 m. Durante mucho tiempo su significación fue un enigma; actualmente se acepta que representa al rey Kefrén.
Otras pirámides
Durante las dinastías V y VI se produjo un resurgimiento de las creencias solares y un profundo cambio social y cultural. Se siguieron construyendo pirámides —de tamaño más reducido y menor calidad—, en las que se introdujeron nuevos elementos alejados de la austeridad de la época de Kéops, tal como se aprecia en los escasos res1 tos del conjunto de Sahure en Abusir, o en ¡os de lsesi o Unas, quienes construyeron su pirámide de nuevo en Sakkara.
En el Primer Periodo Intermedio (2200-2010 a. C.) —dinastías VII a XI—, Egipto se vio sumido en el caos y la anarquía. Los enterramientos bajo pirámide se abandonaron y muchas de ¡as tumbas del rico y poderoso Imperio Antiguo fueron expoliadas y destruidas. La reunificación del país y el retorno a un Estado centralizado durante el Imperio Nuevo (2050-1792 a. C.) —dinastía XII— inauguraron una etapa de estabilidad en la que se retomaron las antiguas tradiciones y, entre ellas, la construcción de pirámides, que, pese a poseer grandes proporciones y estar dotadas de dispositivos interiores muy complejos, casi auténticos laberintos, se caracterizaron por la pobreza de sus materiales.
Aunque las pirámides no fueron olvidadas del todo, con el transcurso de los siglos quedaron relegadas a meros vestigios del un pasado glorioso al que Egipto retomó sólo de manera esporádica. El último de estos períodos de auge sucedió durante el siglo VIIIa. C., con la invasión de los nubios procedentes del reino de Kush, en Sudán. Los kushitas entronizaron la XXV dinastía (760-657 a. C.), creadora de un poderoso reino que asimiló la historia y las tradiciones del país del Nilo: los «faraones negros» adoptaron su lengua, se convirtieron en devotos del dios-sol Amán Ra y recuperaron el enterramiento en pirámides, que erigieron en sus necrópolis de Kurru y Nuri, al norte del Sudán.
En el Primer Periodo Intermedio (2200-2010 a. C.) —dinastías VII a XI—, Egipto se vio sumido en el caos y la anarquía. Los enterramientos bajo pirámide se abandonaron y muchas de ¡as tumbas del rico y poderoso Imperio Antiguo fueron expoliadas y destruidas. La reunificación del país y el retorno a un Estado centralizado durante el Imperio Nuevo (2050-1792 a. C.) —dinastía XII— inauguraron una etapa de estabilidad en la que se retomaron las antiguas tradiciones y, entre ellas, la construcción de pirámides, que, pese a poseer grandes proporciones y estar dotadas de dispositivos interiores muy complejos, casi auténticos laberintos, se caracterizaron por la pobreza de sus materiales.
Aunque las pirámides no fueron olvidadas del todo, con el transcurso de los siglos quedaron relegadas a meros vestigios del un pasado glorioso al que Egipto retomó sólo de manera esporádica. El último de estos períodos de auge sucedió durante el siglo VIIIa. C., con la invasión de los nubios procedentes del reino de Kush, en Sudán. Los kushitas entronizaron la XXV dinastía (760-657 a. C.), creadora de un poderoso reino que asimiló la historia y las tradiciones del país del Nilo: los «faraones negros» adoptaron su lengua, se convirtieron en devotos del dios-sol Amán Ra y recuperaron el enterramiento en pirámides, que erigieron en sus necrópolis de Kurru y Nuri, al norte del Sudán.
PIRÁMIDE DE SHAKARA

PIRÁMIDE DE KEOPS
PIRÁMIDE DE SAFRA

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